lunes, 14 de febrero de 2011

Del ritual IV


El televisor arde en el plazo justo, en la toma justa y gastada en medio del fango. Los colores se los lleva el fuego. Los animales se reúnen para bailar; disfrazados, doble tracción, con horarios de papel enrollando las muñecas, con el regazo ajustado, el pecho inflado y los bolsillos rotos. Se retuercen y cantan, compás de flama. Plástico quemado, televisor transpira, se ahoga, grita, sucumbe, arde, iluminado y desnudo. Piensa televisor en los niños, el hogar, la familia que es hoy del hambre, porque sus cables se evaporan, la pestilencia abunda, la pestilencia hierve. Y cargo con la consciencia desesperada de haber traído el primer incendio. 

Laura Milán

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